Friday 26 April 2024

LA MALA ATENCIÓN AL CLIENTE

La dificultad de los porteños para tener un trato respetable, tanto a la hora de salir de compras como a cenar, es cada vez más frecuente. Esperar que un mozo tenga una atención respetuosa o que una vendedora de ropa atienda con gusto un local es casi una misión imposible.

“Estos enojos suceden mucho. Más del 60% de los consumidores se quejan del trato en estos comercios. Lo que ocurre es que al lado de otros problemas serios como, por ejemplo, cuando una prepaga no te reconoce el pago, este tipo de situaciones quedan minimizadas y entonces no se reclama”, señaló Susana Andrada, presidenta del Centro de Educación al Consumidor (CEC).

“El maltrato al cliente es algo que pasa mucho en lo que respecta a gastronomía. Ponen chicos que no saben del oficio de ser mozos o jóvenes extranjeros que les resulta más barato tener porque les pagan en negro”, resaltó la titular del centro.

Las quejas suelen estar vinculadas a los mozos ya que no suelen estar capacitados en el trato al cliente, desde que no responden cuando se los solicita en una mesa hasta la falta de voluntad para atender. También los recargos por compartir plato que no están notificados en el menú y la demora en los pedidos.

“Cuando estoy en el trabajo y salgo una hora a almorzar en el centro, siempre se demora el plato y termino comiendo en 15 minutos a las apuradas. Cada día se repite lo mismo, pero tampoco tengo muchas opciones donde ir, entonces tengo que volver”, señaló Valeria, una joven abogada que tiene su estudio a dos cuadras de Plaza de Mayo.

“Ya casi no quedan mozos como los de antes. Los de ahora te traen todo menos lo que pedís y encima después se enojan cuando tienen que volver a traer las cosas otra vez. Cuando ellos son los que se equivocaron”, contó Gabriel, de 50 años, mientras se levanta de un bar en Palermo.

“Es tan real que se dan estos maltratos que hasta en la ley de defensa del consumidor está contemplada esta posibilidad. La ley misma dice que los consumidores merecemos un trato equitativo y digno, justo lo que estamos buscando todos”,añadió Andrada, al tiempo que resaltó que muchas veces los culpables son los dueños, ya que para reducir costos ponen un mozo para treinta mesas cuando debería responder sólo a diez.

COMPRAR ROPA, OTRA ODISEA

Salir de shopping también suele ser un espacio de constantes maltratos al consumidor, especialmente en las casas de ropa. Las principales quejas son atribuidas a la poca voluntad para atender de parte de las vendedoras y a la dificultad de hacer cambios aunque se tenga el ticket de compra.

“Para lograr un cambio, prácticamente hay que rogarle a la marca, por más que lo hayas pagado ayer. Ni hablar cuando es por una falla en el producto. Directamente sos culpable y tenés que demostrar tu inocencia cuando en realidad la falla es de ellos que vendieron un producto que no estaba en condiciones”, señaló Andrada.

Los enojos de los consumidores son constantes y variados. “Me probé un vestido en una marca de ropa de un shopping pero necesitaba otro talle. La vendedora no me lo traía. Le recordé que esperaba el vestido en mi talle y me miraba enojada. Al rato me dijo que no lo tenía. Le pedí si podía averiguar en otro local. Después de esperar 20 minutos y ver cómo atendían a todos menos a mí, me dijo que no podía llamar, que tenía que llamar yo”, dijo María, de 26 años, una productora de moda que aseguró que el maltrato en las marcas es muy común.

Según Andrada, cuando uno va a un shopping y elige una prenda que a la venta está $1.000, en realidad, su precio de producción sólo es de $100. Pero lo que uno está pagando es la ubicación del local en un centro comercial, el sillón para sentarse a esperar, la imagen de la marca y una buena atención.

“Se paga sobrepecio excesivamente alto pero no hay un buen trato, a pesar de que lo estamos abonando en el precio total”, advirtió.

“Me compré un sobre negro en una casa de ropa en Palermo Soho para usar en un casamiento. Resulta que en la fiesta se me destiñó y quedó con un fondo blanco raro. Cuando fui a reclamar que el producto estaba fallado, lo primero que me preguntó la vendedora fue: ‘¿Para qué usaste el sobre, que te quedó así?, dando a entender que yo lo había usado mal. Insistí para que lo mandaran a control de calidad y en el papel del detalle pusieron: ‘Ve algo blanco’. No puede ser, con lo caro que cuesta, que se me arruine en el primer uso y nadie se haga responsable”, explicó Jorgelina, una economista de 27 años que aún espera respuesta de aquel hecho del que ya pasaron dos semanas.

En ese sentido, Andrada aconseja hacer el reclamo con una asociación de defensa del consumidor o enviar un mail a la casa central de la firma para que llegue a los verdaderos responsables de la problemática. “Algunas veces, funciona”, recalcó.

FUENTE: Infobae

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