LA COMIDA DEL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Ahora que Halloween está cada vez más asentado en algunos paises, podemos decir que la festividad norteamericana por excelencia es el Día de Acción de Gracias, o Thanksgiving Day. Se trata de una celebración ajena a la cultura hispana pero con una gran importancia en la sociedad estadounidense, y también canadiense donde lo celebran un mes antes. ¿Y qué es lo que tiene de particular este día? ¿Cuál es el origen de Acción de Gracias?

Seguro que la mayoría de nosotros podemos nombrar los platos básicos que componen un menú típico del Día de Acción de Gracias, y es que estamos hartos de verlo en películas y series de televisión. Esencialmente, consiste en reunir a toda la familia alrededor de un gran festín con platos que parecen fijos, y su importancia puede ser mayor que la de Navidad. ¿Cómo se fue estableciendo el menú clásico del Día Acción de Gracias?

EL ORIGEN DEL DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Los orígenes de esta celebración nos llevan hasta el siglo XVII, todavía en plena colonización del continente americano. Se dice que un grupo de colonos europeos llegados en 1620 sufrieron un duro invierno al no tener comida, hasta que los nativos compartieron sus alimentos y les enseñaron a cultivar la tierra y a cazar y pescar. Tras el final de la primera cosecha en otoño de 1621, los peregrinos invitaron a la población indígena a un gran banquete en forma de agradecimiento.

Se suele aceptar esa fecha y Plymouth (Massachusetts) como el lugar donde se celebró esta especie de festival de la cosecha, aunque parece haber evidencias de casos anteriores o en otras zonas del país. En cualquier caso, hacia finales del siglo el festejo quedó fijado como algo habitual, convirtiéndose en la gran tradición de la sociedad estadounidense. En 1863, el presidente Abraham Lincoln fijó su celebración el último jueves de noviembre como festividad nacional, hasta que Roosevelt la cambió en 1941 para el cuarto jueves del mismo mes.

LA COMIDA DE ACCIÓN DE GRACIAS ORIGINAL

El menú típico de Acción de Gracias es un auténtico festival de comida, pero no siempre fue así. La característica que sí se mantiene hoy respecto a sus primeros años es que se trata de platos donde priman los productos estacionales de temporada, especialmente aquellos relacionados con las cosechas de final del verano y de otoño. Así, se agradece con la cena la abundancia de productos conseguida tras el trabajo de la tierra.

Apenas hay menciones en las fuentes históricas que nos indiquen en qué consistían los festivales de la cosecha durante los primeros siglos. Tenemos que saltar hasta el siglo XIX para rastrear la evolución del clásico menú de Acción de Gracias, con una referencia en particular: Sarah Josepha Hale, escritora autora de poemas y novelista nacida en 1788.

Como bien cuenta la historiadora Tori Avey, esta mujer es conocida como “La Madre de Acción de Gracias”. Al quedarse viuda y con cinco hijos a su cargo, comenzó a trabajar como escritora, publicando su primera novela Northwood: A Tale of New England, en 1827. En dicha obra analiza las diferencias de modos de vida entre el norte y el sur estadounidenses, dedicando todo un capítulo a la cena de Acción de Gracias de una familia en New Hampshire, nombrando platos ya típicos como el pavo asado.

Gracias a su éxito empezó a trabajar como editora para la publicación Godey’s Lady’s Book, una influyente revista dirigida a mujeres. En sus páginas comenzó a hacer campaña para promover la celebración de Acción de Gracias en toda la nación, convencida de que una fiesta de este tipo lograría vencer las diferencias entre el norte y el sur el país, al borde de la Guerra de Secesión. Finalmente, en 1863 el presidente Licoln proclamó la festividad nacional fijándola el último jueves de cada mes de noviembre.

Sarah Josepha Hale además difundió una visión idílica de lo que supuestamente fue aquella primera “cena” de Acción de Gracias entre los peregrinos y los nativos americanos, contribuyendo a dar a la celebración un aura de cierto romanticismo ingenuo. Además, publicó un libro de cocina y compartió muchas recetas que forman parte del recetario tradicional estadounidense hoy en día.

A pesar de que no se sabe con exactitud qué se comió en las primeras celebraciones, sí se han conservado documentos que mencionan diferentes menús y platos consumidos a lo largo de su historia. Los vegetales de temporada y el pavo parece que no suelen faltar, pero también se preparaban recetas con pescado y marisco, productos que están casi totalmente desechados hoy en día.

EL FESTÍN EN LA ACTUALIDAD

Como comentábamos al principio, la mayoría de familias en EEUU conciben Acción de Gracias como la gran celebración familiar típica y propia de su país, llegando a superar en importancia a la Navidad. Lo habitual es que las familias se reúnan en multitud en casa de los padres o abuelos y suelen repetir las mismas tradiciones y los mismos platos. Por supuesto, cada familia tiene sus recetas propias y favoritas, pero hay una serie de platos que se repiten en los hogares de todo el país.

El núcleo central es, sin duda, el famoso pavo asado. A pesar de ser un ave autóctona de América, lo más probable es que los primeros colonos ya estuvieran habituados a su consumo por aquel entonces. Los españoles habían extendido la cría y consumo de carne de pavo a partir de las primeras colonias del sur y centro del continente, llegando a establecerse en Europa como una comida especial.

El pavo suele ser de grandes proporciones para alimentar a las numerosas familias y su preparación es casi un ritual, que requiere de largas horas en el horno y un sazonado adecuado para conseguir una carne jugosa. El stuffing, relleno, puede incorporarse al propio pavo y/o servirse aparte como guarnición, y suele consistir en una mezcla de pan, hierbas, y a veces carne picada. Tampoco puede faltar la salsa de arándanos, elaborada con la variedad roja, cranberries, y gravy, la salsa elaborada con los jugos del pavo.

El menú lo completa toda una serie de platos de acompañamiento o guarniciones que suelen dar protagonismo a los vegetales de temporada. Las chauchas, calabaza y batata son casi imprescindibles, además el puré de papas que se come con gravy. Otros platos habituales son las zanahorias y nabo braseados, repollitos de bruselas, gratinados de distinto tipo, choclo, ensaladas, etc. Todo habitualmente acompañado de panecillos y pan de maíz.

Como colofón al festín, no pueden faltar los postres, donde sin duda triunfan las tartas estilo pie. Calabaza, batata, nueces pecanas, chocolate y manzana son las más típicas, con sus diferentes variaciones. Debido a la gran cantidad de platos diferentes, no es raro que la cena comience a servirse a primera hora de la tarde o incluso antes. Se suele comenzar con el acto de dar gracias, y lo habitual, y casi tradicional, es que haya una gran cantidad de sobras para reutilizar los días siguientes.

FUENTE: Directo al paladar

IMAGEN: Dinner Series

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