FLORES COMESTIBLES

De la misma manera que las especias son comestibles, en las últimas décadas ha reaparecido en el mercado el uso de flores como condimento de todo tipo de platos. Además de colorido y buen aspecto visual, las flores aportan vitaminas, minerales o proteínas que pueden beneficiar la salud. Entre las más consumidas y conocidas destacan varias flores:

  • Clavel: son flores de colores variados, con sabor dulce. Pueden hacerse cremas y salsas, además de acompañar ensaladas. Para conservarlas, basta con mantenerlas a bajas temperaturas, entre 2ºC y 6ºC.
  • Flor de romero: en cuanto a sabor, es similar a la hoja de romero, mientras que en su composición destacan vitaminas y minerales. Se emplea con frecuencia como aderezo de carne o pescado y se debe mantener igual en la heladera.
  • Pétalos de caléndula: aportan un color naranja vivo y fresco, poseen un fuerte sabor y se utilizan para los arroces, salsas o ensaladas. Se deben mantener en la heladera.
  • Begonia blanca: de sabor ácido, aporta vitaminas y proteínas y se utiliza en cremas, quesos o ensaladas.
  • Flor de lavanda: las flores se añaden a todo tipo de platos, como arroces, vinagretas, dulces o como aromatizador de vinos.
  • Petunia: sus tonos blanco y rosa la hacen idóneas para aportar al plato un colorido excepcional. Tienen un gran aporte vitamínico y mineral y pueden acompañar a las carnes, ensaladas, quesos o cremas.
  • Geranio: su sabor es afrutado, por lo que se utiliza para la elaboración de postres o bebidas. Su aspecto aporta frescura y colorido y su uso se remonta a la cultura romana, griega o hindú

Se ingieren los pétalos, pero no los estambres y los pistilos. La lista de flores aptas para el consumo humano es extensa. Entre las más apreciadas y utilizadas destacan, además de la coliflor o el brócoli, la flor de menta, las begonias o los claveles. Dientes de león, geranio, caléndula o pensamientos son algunas de las flores que forman parte, no sólo de motivos ornamentales, sino de recetas culinarias muy originales. El uso de flores en la gastronomía no es nuevo, a pesar de que  es una práctica poco generalizada frente a países como México, Francia o Perú. Enfrentarse a este consumo con seguridad requiere tener en cuenta que no todas las flores son comestibles y que es importante conocer de dónde proceden. Las de floristerías y jardines se cultivan con gran cantidad de pesticidas para que se conserven más tiempo con buen color y aspecto, por lo que son tóxicas para el consumo. Sólo se pueden ingerir flores cultivadas de forma ecológica. Por otro lado, no todas las partes son comestibles y hay que evitar riesgos de intoxicaciones. Además, este «alimento» aún debe hacer frente a un vacío legal que impide su comercialización.

Las posibilidades de las flores en la cocina son diversas: como acompañamiento en ensaladas o postres, rebozadas o para elaborar salsas o mermeladas. Una de las claves del éxito de la gastronomía floral radica en encontrar el equilibrio entre el plato principal y las flores. Las begonias combinan bien con ensaladas, ya que su sabor a limón refuerza el del vinagre; la caléndula, cuyo uso es muy generalizado en Grecia e India, acompaña a caldos y bebidas; los pensamientos tienen un sabor que recuerda a las arvejas; los claveles, más que sabor, desprenden aroma y son adecuados para ensaladas de frutas y quesos suaves; los pétalos de rosa sirven tanto para helados, como jugos, salsas y ensaladas vegetales; la lavanda, en cambio, se utiliza sobre todo en platos de carne como el conejo o pollo.

Aunque el abanico de flores es amplio, con todas deben tenerse en cuenta ciertas pautas mínimas de seguridad para evitar intoxicaciones. Como los hongos, algunas flores son comestibles y otras tóxicas. La prevención es clave.

  • Rechazar las tóxicas, como azafrán de otoño, azalea, hiedra inglesa, flor del tabaco, glicina, dedalera, iris, lantana, aconitum, adelfa, arveja dulce o el lirio.
  • No ingerir flores que proceden de florerías, ya que se han cultivadas con aditivos y plaguicidas.
  • Lavarlas en agua fresca sin frotar, para no estropear los pétalos.
  • Después de lavar, escurrir con delicadeza y secar con un papel de cocina.
  • Eliminar los pistilos y estambres para evitar un gusto amargo.
  • Conservarlas en la heladera, donde algunas se mantienen hasta una semana.

FUENTE: Eroski Consumer

IMAGEN: © MISANPLAS

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