Llega ese día tan especial y alguien saca una torta adornada con sus correspondientes velas encendidas. Los amigos y familiares (incluso los desconocidos, si está usted en un restaurante), le hacen avergonzar durante unos segundos mientras le cantan la conocida melodía “Cumpleaños feliz”. Usted pide un deseo silencioso, sopla las velas y es entonces cuando por fin, para su alivio, todos callan y se sirve la torta.
Rituales como éste parece ser que en realidad nos ayudan a apreciar mejor el sabor de este tipo de comidas festivas. Según el Smithsonian, el mayor museo y complejo investigador del mundo, un equipo de psicólogos de la Universidad de Minnesota (EE.UU.) ha encontrado evidencias de que esta tradicional celebración no sólo hace más memorable la experiencia del momento sino que, también, puede mejorar el sabor de la propia torta.
Una nueva serie de estudios publicados en la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science estadounidense, revela que los rituales que realizamos antes de comer —hasta los aparentemente insignificantes— en realidad pueden cambiar nuestra percepción de los alimentos que comemos.
UN DULCE EXPERIMENTO
Los investigadores realizaron varios experimentos para probar lo que era una ‘corazonada’. En primer lugar ofrecieron a algunos de los participantes una deliciosa barra de chocolate. A algunos de ellos se les permitió comerla directamente, mientras que a los demás se les pidió que la rompieran en dos partes sin quitarles el envoltorio, desenvolvieran primero la mitad y se la comieran y finalmente hicieran lo mismo con la segunda mitad. Las personas que llevaron a cabo este conjunto minucioso de instrucciones rituales demostraron haber gozado más del chocolate más que el otro grupo, que simplemente comió con avidez el mismo dulce.
En otras pruebas, el equipo encontró que los participantes sólo disfrutaban de este efecto si eran ellos mismos quienes realizaban esos mismos rituales tediosos —en lugar de simplemente observar que lo hacían otros— y que el hecho de retrasar la recompensa de la comida aumentaba su percepción de exquisitez, cuando finalmente llegaba a su boca el objeto que habían estado manipulando con tanto cuidado.
El equipo concluyó que este tipo de rituales atraen a la gente y les ayuda a centrarse en el momento presente, provocando además el llamado ‘interés intrínseco’, un añadido que ayuda a centrarse y disfrutar de la comida que viene a continuación.
FUENTE: Diario de gastronomía
- 01/08/2013 No comments Posted in: NOVEDADES Tags: featured', investigación, noticias