LOS VINOS ROSADOS

Si bien no hay un momento puntual del año para disfrutar de un determinado tipo de vino, es verdad que con la llegada de los primeros calores toman relevancia aquellos que suelen beberse a temperaturas más frescas para apreciar todas sus cualidades. Dentro de esta categoría se encuentran los vinos rosados, esos que sin duda son los menos consumidos, por verse opacados por los tintos y blancos. En esta nota vamos a conocer cómo se elabora un vino rosado, cuáles son sus características, y cómo apreciarlos al máximo.

El principal rasgo distintivo de los vinos rosados es encontrarse en un intermedio entre los blancos y los tintos. Poseen detalles tanto de unos como de los otros. Tienen una tasa de antocianinas (color) superior a los blancos e inferior a los tintos, una cantidad de leucoantocianinas (taninos) también en un punto medio, y un nivel de acidez más próximo a los blancos. Actualmente existen cuatro formas diferentes de vinificar un vino rosado: por maceración corta, por prensado directo, por sangrado, o por mezcla de lotes.

Maceración corta (o maceración atenuada, o descube anticipado): Es claramente el método más utilizado para vinos de calidad. Consiste en interrumpir la maceración de los hollejos con el jugo, para lograr esa típica coloración rosada, sin llegar a un color tinto, moderando el tenor y la cantidad de los compuestos cedidos por las pieles. Esas maceraciones suelen durar entre 6 y 24 horas, dependiendo del resultado esperado.

Prensado directo: Se trata a las uvas tintas con el concepto de vinificación en blanco. Una vez en la bodega, se estrujan para provocar la apertura de las bayas y se prensa el mosto hasta cierto punto. Se encuba todo y en aproximadamente un par de horas se retiran los hollejos. Luego el proceso continúa normal como para un vino blanco.

Sangrado: Cuando a una vinificación en tinto se le practica una sangría para eliminar parte de su jugo, éste es aprovechado para elaborar un rosado.

Mezcla de lotes: Consiste en la mezcla de vinos blancos con tintos, por ejemplo un 70% de los primeros con un 30% de los segundos. Es una técnica muy difundida para realizar espumantes, pero en el caso de los vinos comunes es muy poco usada por no brindar productos de calidad.

En los vinos rosados en general suele no practicarse la fermentación maloláctica (en consonancia con la mayoría de los blancos) para no diezmar su acidez. De todos modos, existen casos en los cuáles sí se realiza dicha operación, si lo que se busca es “suavizar” un poco el vino, tal vez cuando el rosado se asemeja más a un tinto suave. Depende siempre del enólogo. Recordemos que durante ese proceso determinadas bacterias transforman el ácido málico en ácido láctico, siendo este último más suave y untuoso al paladar.

La temperatura ideal para tomar estos vinos se sitúa entorno a los 10 grados, lo que nos va a permitir distinguir su acidez y frescura general, sin dejar de percibir los matices de carácter voluptuoso aportados por ese leve “toque tinto”. Los rosados son expresivos, frescos, jóvenes, con aromas frutales y tonos de color entre cereza, rosa, y salmón. Muy propicios para una noche veraniega, o tal vez para antes de una comida.

Los vinos rosados más famosos del mundo son los franceses Beaujolais Nouveau. Son los rosados por excelencia. Se producen a base de la cepa tinta Gamay y con el particular procedimiento de maceración carbónica. Esto explicado brevemente sería así: se depositan las uvas sin moler en los tanques, o sea enteras, a causa de lo cual las de arriba empiezan a aplastar a las de abajo y se van rompiendo. En el jugo que se forma en el fondo comienza la fermentación, que gracias al desprendimiento de gas carbónico que produce, elimina por completo el oxígeno del tanque.

Allí tiene lugar la maceración carbónica, donde las enzimas propias de la uva provocan una serie de acontecimientos intracelulares con el grano aún sano, obteniéndose compuestos muy propios, como aromas profundamente frutales, un color rosa o rojo claro, y un volumen en boca muy liviano. Todo esto se completa con una particular estrategia de marketing que indica que todos los años, el tercer jueves de noviembre, salen a la venta en todo el mundo los Beaujolais Nouveau, a un precio un poquito sobrevaluado, claro está. Pero así y todo desaparecen de las góndolas en poco tiempo, donde los fanáticos de este singular tipo de vino (fomentados más que nada por las acciones de mercadeo) lo transforman rápidamente en uno de los más vendidos del mundo.

FUENTE: Agencia De Noticias Bariloche

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