CÓMO ARMAR UNA DEGUSTACIÓN DE VINOS ENTRE AMIGOS

Cuando estamos organizando una reunión con nuestros amigos o familiares, para cenar o almorzar, sea por los motivos que fuere, es muy usual repetir las frases “llevemos un vino cada uno” y “traete unas botellas de vino, lo que encuentres”. Pero, ¿por qué no aprovechar la ocasión para aprender, disfrutar y divertirse con el vino? En esta nota le contamos como armar una degustación casera, sin necesidad de gastar más que en cualquier otra oportunidad, y con los elementos que hay en su hogar.

Sucede que en estos tipos de reuniones, al llevar un vino por invitado, nos terminamos encontrando con vinos de todos los colores y segmentos de precio, con los cuales muchas veces no sabemos qué hacer, porque se arma una “ensalada” tal, que no se termina disfrutando de ningún vino, y grandes ejemplares pasan sin pena ni gloria mezclados entre los demás. Para homogeneizar el asunto, y hacer participar al vino del disfrute del encuentro y de la comida (como debe ser), necesitamos tener en cuenta una serie de pautas muy sencillas.

Primero, la cantidad de asistentes no debería superar las 15 personas. Esto responde a que de una botella se obtienen cómodamente ese número de medidas para una degustación correcta. En caso de que los invitados superen esa cifra, se necesitarían dos botellas por ejemplar. Esto trae aparejado un incremento lógico de costos y la incertidumbre que plantea el hecho de abrir dos botellas, ya que sabemos que entre ellas mismas puede haber diferencias, a veces, muy perceptibles, desdibujando la degustación.

Segundo, las copas. Mínimo una por persona. Por supuesto, no vamos a pretender contar con las copas ISO estándares de cata. Pero sí podemos apuntar a los copones o las clásicas copas de vino que existen en casi todos los hogares. Y es más, si no tenemos esa clase de recipiente, podemos utilizar otro tipo de copa. Pero lo importante es que todos tengan lo mismo, para que todos experimenten los mismo. Si algún participante tiene un vaso, otro un copón, y otro una copa pequeña, las percepciones van a ser diferentes entre ellos: básicamente por la capacidad del receptáculo para contener los aromas, la temperatura, y de dirigir el líquido a distintos puntos de la lengua.

Una vez resuelto lo anterior, sólo nos falta un diario o bolsas de papel y banditas elásticas. Esto es para cubrir las botellas, y poder degustarlas “a ciegas”, sin dejarnos influenciar por la etiqueta o los “versos poéticos” de las contra-etiquetas. De ese modo (como hacen los verdaderos profesionales), vamos a tener una opinión lo más objetiva posible, impidiendo que el packaging y el precio del producto nos condicionen.

Lo que debemos hacer es descorchar las botellas, quitarles la cápsula por completo (que es lo que envuelve al corcho), y cubrir cada recipiente con una hoja de diario o bolsa de papel, pasando la bandita elástica alrededor del cuello de las botellas para que permanezca sostenida y no se salga. Luego, enumerar las muestras dibujándoles un número. Lógicamente, salvo que de esto se ocupe alguien ajeno al encuentro, uno de los asistentes sabrá donde están “escondidas” las botellas (por supuesto, una vez finalizada la cata, descubriremos cuál es cada una). Y listo, ahora ya estamos preparados para comenzar nuestra degustación. Pero….¿que tipo de degustación?

Aquí volvemos al comienzo, y al punto más importante: los asistentes acordarán qué vinos comprarán y qué cantidad de botellas, conforme al tipo de juego que quieran practicar. Para que Usted tenga una idea, lo óptimo sería catar entre tres y seis vinos diferentes, dependiendo de la cantidad de personas (no es lo mismo seis vinos para cinco personas que para quince). E intentando que todos los vinos estén en “igualdad de condiciones”, se podría degustar la totalidad de las muestras antes de comenzar a comer, y luego seguir degustándolas libremente mientras se come, para notar sus cambios de aromas y sabor (nuestros cambios de percepción, en realidad).

Pero si catamos algunos antes de comer y otros comenzada la comida, vamos a estar siendo parciales en nuestro juicio. La idea es medir todos los ejemplares con la misma vara, así de esa forma sabremos qué vino nos gustó más y cuál no tanto, ya que esa es la finalidad del juego: auto-evaluar nuestro gusto sin saber exactamente de qué vino se trata, considerando que el resultado nos puede llegar tanto a sorprender, como a afianzar en nuestras preferencias.

Finalmente, como ejemplos temáticos (y ahora viene lo más divertido), podemos enumerar los siguientes:

– Por zonas o provincias: Participarán, por ejemplo, un vino de Salta, uno de Mendoza, uno de Neuquén y uno de Río Negro. Todos del mismo segmento de precio y de la misma cepa (o blends). ¿El mejor vino será el de la provincia que pensábamos?

– Por tipos de uva: Participarán, por ejemplo, un Merlot, un Malbec, un Cabernet Sauvignon, un Pinot Noir y un Syrah, en el caso de ser tintos. Todos del mismo segmento de precio. ¿La cepa que más nos gusta será la que creíamos?

– Comparativa de precios: Participarán, por ejemplo, vinos de $ 20, $ 40, $60 y $100. ¿Se verá reflejada la calidad en el precio?

– Viendo y luego tapando: Se catan los vinos elegidos sabiendo cuál es cada uno, luego se cubren, se cambian de orden, y se vuelven a degustar. ¿Nuestra primera opinión se mantendrá?

Las opciones pueden llegar a ser infinitas. La diversión y la experiencia también.

FUENTE: anb

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